sábado, mayo 10, 2008

INVITACIÓN

Foto Google

Aquel árbol, por ejemplo, tiene doscientas ochenta y cuatro ramas.
Sabiendo que cada rama tiene como promedio trescientas cuarenta
y siete hojas, es fácil concluir que aquel árbol tiene un total de
noventa y ocho mil quinientas cuarenta y ocho hojas.
¿No cree, amigo mío?

El hombre que calculaba – Malba Tahan


Querido Amigo:

Decidí escribirte esta carta aprovechando el hecho que estoy vivo, circunstancia ineludible a la hora de escribir o ejercer cualquier actividad de la esfera humana.
Sobre esta base, que estoy vivo, deducirás fácilmente que nací.
Reconozco que mi memoria no recuerda ese acontecimiento. Pero me atrevo a no dudar que esto acaeció, dada la confianza que me inspira el relato sobre el particular que me han brindado mis padres.
Según ellos me cuentan, habría sido el día 6 de junio del año 1957.
Si tomo como punto de partida para el cálculo de mi edad esa fecha, puedo asegurar que tengo “X” cantidad de años.
Sin embargo, me entero hace ya mucho tiempo atrás, el individuo que hoy soy “Yo” proviene de la unión de un espermatozoide de mi padre con un óvulo de mi madre. Ello generó una célula microscópica, que luego fue dos, después cuatro, y así sucesivamente, hasta que crecí a un tamaño que obligó a mi madre, en cuyo vientre se desarrolló este proceso, a expulsarme de su cuerpo de un modo bastante agresivo.
Pero, volviendo al tema de mi edad, sucede que, en definitiva, yo soy o comienzo a ser a partir del mismo momento de la gestación; cuando papá y mamá hicieron lo que ya sabemos.

DIANA (versión orquestal)