lunes, abril 08, 2024

LA VERDAD SOBRE TODAS LAS COSAS HUMANAS… Y NO TANTO © Daniel Adrián Madeiro - 5 (cinco)

La cosa es más o menos simple de ver, si se quiere verla.

En apariencia las personas, mujeres y hombres, somos felices con poco, solemos decir: con lo básico. 

Podría concluirse que tener comida, abrigo, un techo, sexo y salud, sería suficiente.

Esto pudiera ser real si fuéramos animales sencillos como la mayoría de nuestras mascotas, por ejemplo.

Más no es así. 

Por favor, tengan presente que estoy simplificando la narración a unas mínimas enunciaciones sin mayor pretensión que exponer algo de manera sencilla, lejos de un tratado sociológico.

Un león mata para satisfacer su necesidad de alimento, come, duerme, tiene sexo, procrea y poco más que ello.

Los animales humanos somos más ambiciosos.

Resulta interesante ver un video en youtube, titulado “Entré al barrio flotante más peligroso del mundo”, en el canal Luisito Comunica. Habla sobre la vida de los habitantes de la llamada Venecia Africana, el barrio flotante de Makoko en Nigeria, la isla artificial más poblada del continente africano (entre los ochenta y cinco mil y doscientos mil habitantes). 

Todos viven en casas erigidas sobre pilotes de madera. Desde luego, en condiciones precarias y con alto grado de contaminación del agua porque los baños, por ejemplo, tienen inodoros o letrinas que desagotan directamente en el lago, como la Venecia italiana pero mucho menos romántico.

Tienen luz eléctrica, escuela, comercios y algún lugar de recreación.

Hasta allí pudiera ser que todos se sintieran relativamente satisfechos con su existencia.

No obstante, tienen en su hábitat grupos delictivos que realizan vandalismo dentro de la propia comunidad y también fuera de ella, dirigiéndose a un puente cercano muy transitado para obstruir la carretera obligando la detención de los vehículos para robarlos y, en ocasiones, secuestrar a sus ocupantes.   

En lo precedente puede verse que las condiciones de vida medianamente satisfactorias para algunos no son suficientes para otros. 

Puede evaluarse, equivocadamente, que la precaria condición social de estos nigerianos justifica su accionar en busca de una mejora o por rebeldía ante su sombrío destino.

Sin embargo, se observa en las personas poderosas del planeta - gente a la que nada les falta – que no dudan en acrecentar sus ganancias, alejadas de toda evaluación que pudiera derramar un poco de bienestar a sus congéneres infinitamente menos favorecidos que ellos. 

O, ¿por qué no decirlo con todas las letras?: todos podemos ver que la gente más rica de la tierra no duda en acrecentar su fortuna aún a costa del mal de muchos.  No veo diferencia sustancial con los vándalos de Makoko.

Quizá - ¡perdonen mi atrevimiento! -, habría que plantearse si la causa fundamental de la desigualdad social en el mundo, pasa por la voraz ambición de los poderosos más que por la actitud de los pobres.

Puede que la respuesta, no se reduzca a esa simple conclusión.


 … continuará


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